Galería de aprendizaje

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[ Pedro R. de España ]

Carta de aprendizaje
       No voy a decir que el mindfulness ha cambiado mi vida, pero sí que ha cambiado mi forma de ver la vida.

       Soy científico, y empecé a interesarme por el mindfulness cuando en una de mis múltiples lecturas sobre filosofía o psicología, leí que existía un método de meditación, muy próximo a la meditación budista, que había sido estudiado científicamente con resultados positivos. Entonces empencé a sumergirme en el Universo mindfulness, primero con una visión científica, leyendo cada artículo de investigación que podía, y después, manuales de práctica. A cada artículo que leía, más me interesaba el tema; especialmente llamativos, para mí, fueron los artícuos que, con rigor científico, demostraban los efectos de la meditación en general, y del mindfulness en particular, a nivel, no ya fisiológico,, que también, sino celular, o incluso molecular. Recuerdo uno especialmente, en el que se veía alargamiento de los telómeros cromosómicos después de tres meses de meditación mindfulness. Es decir, que los practicantes de mindfulness no solo estaban frenando el envejecimiento, sino que, a nivel molecular, estaban rejuveneciendo. También me encantaron los estudios de imagen cerebral, en los que se pdía ver perfectamente como, al hacer meditación, la actividad cerebral y el flujo sanguíneo -que viene a ser lo mismo- se distribuía desde las zonas emocionales a otras zonas relacionadas con la compasión, el control de los impulsos, o la memoria.

       Este descubrimento llamó pderosamente mi atención -nunca mejor dicho- y entonces me puse a investigar más sobre la historia y la práctica del mindfulness. Toda la filosofía que existe detrás del método: focalizar tu atención, aceptar la realidad tal cual es, vivir el momento presente, ser compasivo con uno mismo y con los demás, etc. me parecía correctísima, porque todo tenía fundamento desde el punto de vista psicológico y científico. Por una parte la psicología occidental -en especial la psicología cognitiva- estaba adoptando las técnicas orientales como el mindfulness, y por otra, el mindfulness ofrecía y conseguía determinadas cosas que habían sido demostradas como efectivas por la ciencia varias veces. Es decir, el mindfulness no era una pantomima, era real.

       A continuación me propuse practicarlo, sobre todo porque yo soy una persona relativamente inestable emocionalmente, o quizá, soy estable, pero vivo la vida intensamente en el apartado emocional. Yo soy de la opinión que vivir sin emociones no es vivir, es sobrevivir. Eso tiene su parte buena, y es que los buenos momentos son maravillosos, inigualables, trasnformadores; pero los malos también son muy intensos, y en ocasiones me ha costado mucho sobrellevarlos. Casi todo me afecta mucho, y eso me influye negativamente en, por ejemplo, el sueño. Como había leído tanto sobre mindfulness, pensé que quizá me podría ayudar a ser más estable y, por qué no, a dormir mejor.

       Así fue como llegué a vuestro curso -además de a otros sitios-, y así fue como decidí empezarlo. Aunque muchas cosas ya las conocía -al menos en teoría-, la parte práctica fue la verdaderamente revolucionaria. Al practicar casi todos los días obligatoriamente, y hacerlo en diferentes tipos de meditaciones, la meditación se convertía en un hábito, y eso solo, ya me ayudaba psicologicamente. Mi cerebro asimiló la meditación como algo importante -porque se hacía todos los días- y estaba siempre presente en mi mente diariamente. Eso, de por sí, ya fue un tremendo paso psicológico en mi vida. Había un nuevo elemento central en mi día a día que le daba orden y tranquilidad a todo lo demás, tanto como causa como consecuencia. En vez de ser un nuevo asunto que metiese más estrés a mi día a día, era un elemento tranquilizador, organizador. Poco a poco, casi sin darme cuenta, la velocidad de mi día a día se empezó a ralentizar, mi trato con las personas se suavizó, mi relación con el mundo mejoró, mi disfrute general se revitalizó, mi rendimiento laboral, intelectual y deportivo se incrementó, mi creatividad se disparó, y lo más importante, de repente un día me di cuenta de que dormía mucho mejor. Todo esto sin apenas enterarme de nada, sin buscarlo, surgió así poco a poco del vacío.

       Un buen día, mientras escribía una historia -algo que no hacía desde casi mi adolescencia-, me paré a pensar sobre ello; ¿qué me hacía sentir de nuevo ese impulso creativo, emprendedor? Puede haber sido la casualidad, pero lo que es una certeza es que lo único que había cambiado en mi vida últimamente era que ahora practicaba mindfulness todos los días...

       Bueno, con esto concluyo mi pequeño "informe" sobre lo que ha supuesto el mindfulness para mí. Me he acercado a él sigilosamennte, con cuidado, precavido frente al engaño, con muchos argumentos científicos que lo cercioraban, pero con cautela y respeto. Lo he estudiado y lo he practicado, y puedo afirmar sin temor a equivocarme -aunque ya lo ha hecho la ciencia por mí varias veces- que es una herramienta maravillosa y fundamental para lograr un bienestar psicológico pleno, profundo, total.

- Pedro

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